El 01 de diciembre de 1789, Joseph Guillotin hizo un comentario durante un discurso de seguimiento a la Asamblea sobre la pena capital: "Ahora, con mi máquina, corto la cabeza en un abrir y cerrar de ojos y nunca lo siento!".
La declaración se convirtió rápidamente en una broma popular y pocos días después del debate surge una canción cómica sobre Guillotin y "su máquina circular” que une su nombre para siempre a la de nueva máquina.
Guillotin en realidad ese día propone a la Asamblea la adopción de una nueva máquina, pero no fue escuchado.
Insiste y solicita al secretario de la Academia de Cirugía, el Doctor Antoine Louis, que diseñara una máquina basada en las ya existentes en otros países europeos. El objetivo de Guillotin era evitar al condenado sufrimientos inútiles.
Para aquel momento, la decapitación en Francia se realiza normalmente utilizando un hacha o una espada, la cual no siempre causa la muerte inmediata.
Además, la decapitación era reservada para la nobleza , mientras que la gente común era ahorcada por lo general.
El Dr. Guillotin, durante su discurso afirma que un sistema justo se establece con un único método de pena de muerte que sería la decapitación mecánica. Así el público se sentiría “mucho más agradecida con sus derechos”.
La fabricación fue encargada al fabricante de clavicordios alemán Tobias Schmidt, asesorado por su amigo el verdugo de París Charles-Henri Sanson.
En abril de 1792, fue ensayada primero con ovejas y luego con cadáveres en el hospital de Bicêtre, en París. Antoine Louis modificó la cuchilla horizontal por otra con forma oblicua, de mayor efectividad en el corte.
Ya existían máquinas parecidas durante el siglo XIII, en Alemania (llamada Fallbeil), Escocia (la Maiden de Edimburgo), Inglaterra (el gibbet de Halifax) y los Estados Pontificios desde el siglo XV.
La Asamblea Nacional adoptó el uso de la guillotina a fin de que la pena de muerte fuera igual para todos, sin distinción de rangos ni clase social.
Se estima que unas 1119 personas fueron decapitadas en la Plaza de la Concordia durante la Revolución Francesa.
Fuente:
Libro: Ethics for Adversaries: The Morality of Roles in Public and Professional Life
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